William Pérez Mederos

Teatro sin aplausos

 

 

Las luces se encienden,

los actores entran.

Cada uno lleva su disfraz 

ajustada al rostro con orgullo.

Hay quien sonríe sin motivo,

y quien llora con lágrimas prestadas.

Se ensayan discursos,

se fingen valores,

se disputa el centro del escenario

como si eso salvara una vida .

Detrás de la tarima ,

la verdad espera sentada,

atada de manos,

con la boca cubierta.

Nadie la escucha,

nadie la mira.

La función debe continuar.

Y cuando se apagan las luces,

el silencio es lo único real.

No hay aplausos.

Solo el eco de lo que nunca se dijo

por miedo a ser quien se es.