Caminé junto a ti sin que tú lo supieras,
tomado de la mano de tu triste ausencia.
Conversé con tu silencio para que me oyeras
y el mar me regaló su hermosa presencia.
Me aferré a la caricia fría de la brisa
y desnudé mi alma llena de un dulce amor.
Le pedí a la noche me ofreciera una sonrisa
y al mar tranquilo se llevara mi dolor.
Divisé a lo lejos la luz de tu mirada,
cercana con tu ausencia… lejana, muy lejana.
Lloré como un niño a su madre amada,
y el mar fue para mí tu abierta ventana.
Y de tu mano ausente sentí tu caricia tierna
y el fuego de este amor resurgió de sus cenizas.
Caminé junto a ti, conversando con tu ausencia
y el mar me prometió volver a disfrutar de tu sonrisa.