Felicio Flores

Rima IX

I
Como si fueras Eva,
la madre del mundo;
hecha de mi costilla
para mis manos.

Siempre estuviste en mí:
antes de ser nosotros,
ya éramos,
ya estábamos.

Tú dormías
en mis sueños.
Cuando abriste los ojos,
yo también desperté a la vida.

II
Levántate, Eva:
come de mí,
bebe de mí;
llévate la mitad del amor
y guárdalo en tu vientre.

Haremos un hijo.
Será nuestra semilla
en la tierra fértil;
será puro como tú,
que eres paz y luz
resplandeciente.

Quiero florecer
mirándote a los ojos
y verme al verte.
Ámame, Eva;
aquí y ahora,
el tiempo no existe.

III
Sentí sed,
bebí de tu boca;
sentí hambre,
comí de tu carne.

Tú, hueso de mis huesos;
eres mi vida y mi muerte.
Ayer, hoy y siempre.

La voz de tu sangre
llamó la mía;
mi espíritu ardió.
Cada día,
dentro de mí, se repitió
la eterna llama
de tu amor.

IV
Regresemos 
al aliento de Dios,
como un solo cuerpo,
los dos.

Estarás en mi piel
y en mi alma
por los siglos
de los siglos.

Pan y vino,
carne y huesos;
del polvo vinimos,
al polvo volvemos.

—Felicio Flores.