Me siento dividido
como un tren,
quiero decir mejor
me interesaría,
si pudiera hacerse sin excusas,
haberme muerto en silencio
para posteriormente revivir sorprendido
cuando la sociedad sea más racionalmente impensada,
comunicativa entre paredes,
sin prejuicios volitivos
y en un plano inclinado
de iguales,
sin importar nada,
sexo gratis, religión prestada, color de Dios,…
Usted en ese entonces
no podría
hacerme exigencias metafóricas
de ningún tipo simbólico,
pues tendría claro y meridiano
cual es su rol principal.
Hoy usted es juez presente y parte ausente
sin fundamento rotulado
sobre mi persona multiplicada.
He reconocido al azar,
en todo momento y circunstancia,
mis cambios regulables
de estados de ánimo sutiles,
mis ideas suicidas estrambóticas,
mis lagunas de memoria,
verdaderos agujeros negros,
mis estados de euforia sincrónicos
y de pánico adyacentes,
pero sigo siendo libre libérrimo,
aunque dibuje con trazos de tinta
figuras escandalosas y alegres,
las que a su parecer exagero indebidamente,
y repito los soles azules
con sus rayos violetas,
incrusto animales prehistóricos
donde nadie los espera, en cubos y esferas,
y están alejados al infinito
de la realidad circunspecta.
Su juicio lobezno lo considera superior al mío.
No, no sé por qué usted
no piensa en neutro y pinta dulce como yo,
ni siquiera sé cuales son sus ideas matemáticas
ni menos como dibuja polígonos,
hay algo peor,
me trata como un bicho de laboratorio insano
y yo no le he hecho ningún daño a usted señor del universo.
Me pongo paranoico con sus conversaciones atrabiliarias,
una vez terminadas ex abruptamente
veo conspiraciones revoltosas en contra mí
ordenadas por usted cual pelafustán,
nadie se me acerca ni a un milímetro
ni me habla despacito,
me espían con largavistas en el baño,
en los jardines,…
y luego río, río, río estentóreamente
de toda esta sucia mentira callada.