¡Benditos y desnudos serafines!
¡Cálidas y blancas palomas!
¡Lirios aromosos que brindan
sensuales y salutíferas caricias!
Tus manos le enseñaron a las abejas,
el dulce labor de la miel.
Abre y cierra tus manos, y es como abrir y cerrar un libro de Novalis, de Shakespeare o del Dante.
¡Amo tus manos, con el fuego de mi corazón las amo!
Al llegar la noche, cuando el sueño de Helios cae, y florecen los cristales de hielo de los cielos,
desde los sacros campos Elíseos,
baja la diosa de la Sabiduría, la espléndida Athenea, perfumando de dulzura y calma, llega a tu aposento,
y al sostener tus manos las besa,
y les coloca un anillo de Diamante.