Almas que están sometidas
por el fuego más caliente,
derritiendo hasta la mente
se retuercen maldecidas.
Vidas que fueron marcadas
de pecado, sometidas
y ahora solo les hablan
el rechinar de sus dientes.
Maldecidos por un Dios
que olvidó sus penitentes
almas que son los sirvientes
del demonio que mandó.
Y se abrasan por el fuego
que los pecados aviva,
y mueren estando en vida
esas almas con su infierno.
Maldecidos por no ser
con su Dios como debían
ahora, pagan sus días
con su amado Lucifer.
Malditas almas que moran
en el llanto más profundo,
tienen cárcel de inframundo
y el pecado a todas horas.
No miréis hacia los cielos
ni recéis por el perdón,
que en el suelo vuestro Dios
prefiere estar sordo y ciego.
Elegisteis el infierno
a cambio de una vida mala
y ahora sufren los huesos,
la traición de no hacer nada.