PAC0

Silueta plateada

Fue la noche esa noche, donde vi
en dos ojos un espejo sin bordes,
donde el deseo no tuvo nombre,
sino un latido compartido,
un pulso de sombra y lumbre.

No hubo ruegos, ni señales,
solo el cruce de dos miradas
que tejieron, sin palabras,
un mapa de piel y alas.

La oscuridad no era ausencia,
sino el lienzo de lo posible:
siluetas que el aire dibujaba,
sombras que el tacto hacían visibles.

Cada caricia, un idioma perdido,
cada gemido, un eco desde del centro
donde el tiempo se quebró en destellos,
y el ahora opaco el todo.

Tu voz, un río en mi grieta,
tus manos, lluvia en mi herida,
tus besos, breves eternidades
que devolvieron la luz caída.

¿Fue real? ¿Fue un sueño la entrega?
¿Fue el azar o fue el designio
de dos fugas que se encontraron
para ser, un siglo, un minuto?

Hoy la noche repite su enigma,
esta vez con palabras escritas
con breves explicaciones románticas
pero el eco del recuerdo ya no es el mismo:
el eco de lo que alguna vez fue
la única verdad 
la única razón 
la única unión
la única prueba
de que el azar a veces
tiene piedad de nosotros.