Maestro de Dios
Eres maestro, no solo de historia, sino del alma, del bien y la fe,
y cuando hablas, puedo entender que Dios te puso en mi camino.
Con cada palabra, con cada mirada, me enseñas que amar también es orar,
que el cariño puro, sin pedir nada, es también una forma de enseñar.
Tus manos, que escriben, también siembran paz en mi corazón,
y en cada gesto tuyo Dios me habla, y me da la bendición.
Me enseñas de poesía, historia y libros, pero más de amor, me guías sin condición,
y en tu abrazo siento al Señor diciéndome: “Él es tu lección”.
Eres luz que brilla en mi tormenta, ejemplo de fe y verdad,
maestro que enseña y que alienta, en ti, Dios puso su bondad.
Contigo aprendí que amar es rezar y que día a día voy a la escuela,
y que hay almas que saben guiar como tú con amor.