Nicolás FUENTE MONTANÉ

LA PIEDRA

LA PIEDRA

Así que iba tranquila caminando,

que con una de esas piedras tropezó.

Siendo el momento en que todo empezó

a fuerza de infierno casi llorando

Las profecías de aquellos que rogando,

pedían dádivas a fuerza de rezo.

Así ella, como hija del tropiezo,

pedía a cada momento rezando

que su destino no fuera enturbiado

por aquella dureza calcárea

entrometida en el camino andado.

Algo que al fluir donde la urea

se desprendió en algún momento dado,

fuera donde el sufrimiento se recrea.

Allí, entre el tormento y el lamento.