LA PIEDRA
Así que iba tranquila caminando,
que con una de esas piedras tropezó.
Siendo el momento en que todo empezó
a fuerza de infierno casi llorando
Las profecías de aquellos que rogando,
pedían dádivas a fuerza de rezo.
Así ella, como hija del tropiezo,
pedía a cada momento rezando
que su destino no fuera enturbiado
por aquella dureza calcárea
entrometida en el camino andado.
Algo que al fluir donde la urea
se desprendió en algún momento dado,
fuera donde el sufrimiento se recrea.
Allí, entre el tormento y el lamento.