Ya no me quedan sueños
que llevarme a las manos ni besos que llevar a la vida, hoy se hizo gris mi silencio y taciturno el corazón y se fue y me dejo sola. ahora frente a mis sombras de oropel y fuego no se que hacer, vencida y caminando por veredas de hastío y desilusión. Tu que me lo diste todo sin reparar la herida desapareces como lo hacen las parvadas de aves que transeúntes recorren los cielos para parar en ninguna lugar. Pero aún no me resisto a desvanecerme entre áridos gritos de suplica que es la única fuerza que me queda. Ni las gaviotas ni las golondrinas estarán en el cielo de mi vida, ya te esforzastes con el tiro del olvido apuntar largamente para dejarlas donde el tiempo se vuelve fantasma de los sueños y allí ya me esperabas tu para cerrarme la puerta. Y no entiendes vida mía que aunque quieras enterrar mi recuerdo en la tierra de la playa del olvido, no podrás y te sentirás muy herido nadie curara ese dolor que te produce el destino. Tanto me has amado y tanto te he adorado que aunque la rutina se haya vengado de nosotros, a pesar de lo sufrido tus ojos sin los míos no verán el paisaje de la existencia que vivimos juntos ni yo tampoco podre ejercer de musa de nadie porque me quede cosida en el bies de tu alma para siempre.
Ana@ocaña