A la llama de una vela rosa,
le nace el mismo deseo que a mí,
y por si hoy pienso en tu boca
le diré a Cupido que esté aquí;
justo aquí, cerca de las olas
como la última vez que te vi,
sos arte cuando tu risa me nombra
y con su luz me invita a vivir.
A amar...
El mar calmo de tus ojos
de a poquito me va endulzando,
y una poesía vestida de rojo
me traza el camino hacia tus labios.
Lunita llena geminiana
fiel testigo de mi sonrisa,
guardiana pura de mis lágrimas...
Mientras escribo estas líneas
me vas acunando el alma;
con sus manos tibias y su sonrisa tenue
ay, tantas ganas me dan de admirarla,
una tarde de lluvia acariciando la nieve
de su pelo derramándose en la almohada.
Si te doy un beso
a la orilla del mar,
sé que de ese sueño
ya no vuelvo más;
porque te pedí con fuerza,
al Universo, a Dios, a Alá,
que llegaras lento a mí
y volverme a enamorar.
Quiero conocer los detalles,
quiero leerte entre líneas,
saber cómo, cuando y donde
amarte más donde haya heridas.
Y ya te empiezo a dibujar despierta
en mí, en mis días, en mis brazos,
colores pasteles, crayones y acuarelas
te pintan hermoso, justito a mi lado.
Compañero, ven acercate a mí,
y que empiece el primer acto.
Ceci Ailín
(Quise un amor bonito y lento,
de los de antes,
de los de verdad.
Lo pedí hasta quedarme sin voz,
sin lágrimas...
Te miro y presiento ilusionada
que al fin llegaste
Despacio, y tan bonito
como te imaginé...)