En la corte de un viejo reino que maldigo,
vivía una princesa de dulce mirar,
su amor reservado, fue su triste castigo,
por un humilde siervo a quien decidió amar.
Juntos, en sus miradas hallaban los cielos,
en el vergel florido, un oculto sagrario
donde sus corazones se unían en vuelos
de besos apasionados, su amor a diario
La fortuna trazó su nefasto camino:
un día el rey padre halló esa ardiente pasión;
herido por la afrenta, truncó tal destino.
El plebeyo fue preso en sufrida prisión,
y la princesa en una torre, en desatino
encerrada lloró su perdida ilusión.