PINONA

SIN NADA QUE OFRECER

Sentado en tu querido y ajado sillón,

cubierto con tu roñosa manta,

nunca olvidaré tu ya cansada mirada,

turbia y resignada,

sin esperanza,

atemorizada y triste

por la única certeza que ofrece el paso del tiempo,

la cercanía del fin.