Cuando te trague la tierra,
todas mis palabras serán en vano.
Le hablaré a tu cascarón vacío.
Lamentaré todos mis reproches,
deseando que regreses conmigo.
Sin que me escuches, diré cuánto te amo;
sin que me veas, lloraré todo un río.
Extrañaré tu sabiduría, tu cocina, tu risa,
el cigarrillo que tanto me molesta,
tus postres sobre la mesa,
llevarte el té por la noche a la cama
o dejarte el mate listo por la mañana.
Saldré a trabajar y, al regresar, estaré solo en casa.
—Siempre me gustó estar solo, sabiendo que estoy acompañado—.
Estarás a mi lado sin estar,
y el aire ocupará el espacio que tú solías ocupar.
Me enojaré conmigo mismo, con Dios,
con la vida, contigo… pero todo será inútil.
Cuando te trague la tierra
y estés distante en algún lugar,
pensaré: ¿por qué, al tenerte cerca,
no te dije más veces que te amaba, mamá?
—Felicio Flores.