Yo mariachi ser quisiera,
quiero enseñar a amar,
quiero al ser amado
enseñar a llorar,
y quiero hacerlo rodeado
de desamparados, vagos y maleantes.
Quiero cantar en compañía mis dolores,
rociar con tequila mis amores
acompañado de viejos trovadores
que rostizaban su hígado en la cantina.
Quiero escribir letras asesinas,
que me enseñes a besar,
nunca de una manera muy fina,
cuando vivas conmigo
siempre al abrigo de mi cantina.
Quiero desnudar talantes,
confundir a caminantes,
tener mil amantes,
no tener ninguna,
o quizás alguna,
pero de esas tan indecentes
que caminas hirientes en mis canciones.
Quiero quedarme en Garibaldi
y que me escuchen con pasión
decir a esa vieja que su morro
es un chingón,
que no fue tan fanfarrón,
que él no quiso cambiarla
por una botella de tequila.
Quiero hacer proposiciones indecentes
entre letras murmurantes
a todas aquellas deseosas de amantes,
de amantes que les canten
su amor injurioso,
para luego dejarlas, y pesaroso,
utilizar la mentira en mis canciones.
Quiero darte lo que no pude darte
aunque yo te haya dado de todo,
recuerda: hasta uno de mis codos,
para poder después explicarte
que deseo que te vaya bonito
y luego no decirte arrepentido
que a mi vuelvas otra vez.
Quiero poder brindar con extraños
y caer en los mismos errores,
volver a la cantina de antaño
para sufrir por distintos amores.
Quiero enredarme en las barbas del Rey,
pedirle que aún no se muera,
pues yo mariachi ser quisiera
y cantar desdeñoso a quien fuera
la amante de todas más hermosa
solo comparable a esa cariñosa
ardiente botella de tequila.