Miguel Angel Ortigoza García

PERMISO... SEÑORA.

No quisiera ser el ladrón lascivo.

Quiero ser el rayo de luna que se atreve a derribar

la sombra de tu alcoba, y dejar una ofrenda de luz

junto a tu cuerpo.

 

Antes que mirarte con ojos hambrientos,

prefiero palpar el aire caliente que emana tu aliento.

Si, acaso, lloviera, saldría al encuentro de un cántaro nuevo

a cargar cristales en la playa inmensa de tu soledad.

 

No quiero esconderme tras tu piel desnuda.

Mas, recorrería el paisaje ignoto de tu cielo azul.

Si hallara un pedazo de llanto prendido en tu infiel verano,

te pondría el manto de mil juventudes que acechan tu mar.

 

No quiero besar tus labios perdidos de besos ausentes.

Sólo ansío el fuego de tu cruel sequía, mendiga de amor.

Si amanece el tiempo que acalla horizontes ,

mis brazos serían destellos lejanos marcando tu paz.

 

No quisiera amarte en tu madrugada.

Yo soy el espía bienaventurado de tu corazón.

Te he visto con penas y me duele el alma,

por eso he venido a llevarte conmigo. Permiso... Señora.