No tengo patria ni destino,
solo poemas y camino;
con paso firme y soberano
al mundo le tiendo mi mano
y lo abrazo como a un hermano.
En cada verso va un gemido,
en cada rima va un latido;
en cada estrofa un son herido;
con la voluntad por testigo,
el coraje es mi fiel amigo.
Trazo al aire rumbos inciertos,
mi grito hiere los fríos vientos;
con mis cantares libertinos
subo a los cielos los lamentos
de mis periplos peregrinos.
Moriré como sabio anciano,
en alguna isla del océano,
lejos de todo ser cercano,
en la paz del viejo marino,
a solas con mi último trino.