Las hojas caen como odas en trance,
un manto de color cubre el sendero,
suenan pasos de silencio viajero
en la tarde de un pastoril romance.
Los días menguan la luz de su alcance,
el sol falsea su brillo triguero
al frescor del aire, un soplo ligero
que cierra un final de alegre balance.
Los árboles lagrimean baladas
y en sus ramas se oyen trinos alados;
la campiña fabula con las hadas.
Al ocaso, surgen lentos latidos
que el otoño barniza de lacados
de melancolía, de sueños lánguidos…