Acude al parque el viejo muy risueño,
con su fiel bastón y un ojo travieso,
mientras la vieja, con sonrisa y guiño,
disfruta de un caramelo goloso.
“¡Ay, mi querida, qué días tan locos!”,
dice el viejo, con un tono burlón,
“Ya sin dentadura y me faltan focos;
¡contigo la vida es una canción!”
La vieja aduce con gracia y destreza:
“Si tú eres el sol, pues yo soy la luna,
juntos brillamos, con fuerte entereza.”
Con buen humor el amor se presume:
dos viejos se burlan de su tristeza;
¿quién diz que la edad el amor consume?.