EL MITO DEL INSTANTE FUERA DE LO CORRIENTE
A una jornada de noche espesa,
inquieta y amenazadora,
sucedió una mañana limpia, cristalina
en medio de la naturaleza
y por todas partes de montañas rodeada.
Los niños jugueteaban con el agua
transparente que descendía desde un manantial;
y eran dos niñas en concreto, dos hermanas.
Sus padres
corrían la aventura de la vida
mientras se ocupaban de proporcionarles
educación y buenos consejos.
Era una mañana tan clara,
que discutían sin llegar
a gritar ni a escandalizar a los mayores,
que se desahogaban sin violencia,
como el curso del agua corriente
discurría por en medio.
Se agrupaban las flores en racimos,
ya habían caído las primeras piñas,
que las niñas se apresuraban a recoger
y que cargaban en sus delantales con mimo.
Los vaivenes de la brisa
refrescaban con su flujo de aromas variopintos.
Cuánto tiempo duró ya no sé sabe,
¿una hora? ¿un día, un minuto?.
Lo cierto es que
una niña era morena, la otra rubia
y que acababan de salir al campo.
A un día de noche tenebrosa, estremecida
y amenazadora, le había sucedido un día claro y nuevo:
y había llegado de pronto la mañana,
se había operado el milagro
de la luz matinal a todas partes acudiendo.
Gaspar Jover Polo