juduve

AQUEL DÍA CRUZABAN LAS MARAÑAS

 

Aquel día cruzaban las marañas

por el límpido cielo de Alicante,

y las lágrimas fueron violentadas

buscaban su pañuelo ¡el desenlace!

 

El coso de peredes verdinazas

rebosaba los miedos alienantes,

sufridores de dicha que se escapa

del control ejercido por guardianes.

 

Las brumas enloquecen, se retranacan

en las celdas llevando sus mensajes,

recogidos de olas cresta sabia

aliada de la vida y sus cantares.

 

Y frenan a fusiles y sus balas

que derraman furiosas roja sangre,

si aún quedaba en depósito que mana

al quitarle la capa a triste carne.

 

Pero ese día no era de luz clara

se estaban pelando los desmanes,

por ver donde iban a incar su daga,

si en el costado dolía a raudales.

 

Se dormiría con aquellas nanas,

al masticar sabores que renacen,

en sangre de cebollas escarchadas

que suplen leche de querida madre.

 

Y los toros tan fieros cuando braman

al ser castradeos cambian el pelaje,

pierden bravura, pierden genio y casta,

son dominados y su frente cae.

 

Pero los hombres ríen, su frente alzan,

lo que decías: ¿Dominarlos? ¡Nadie!

Por eso el hombre pensador amasa

pan e ideas, que da a los de su clase.

 

¡Y no esperes Miguel, que en la besana

 cuando las hoces siegan, coplas canten,

si el puño que domina no hace causa

al tamborilear dedos que hermanen!