SOLOS POR EL BOSQUE
La otra tarde caí en la cuenta
de que los animales más silvestres,
el lobo, la zorra, el ciervo
los que vagan por el campo,
no tienen a nadie que los proteja,
ni siquiera, tal vez, tengan a su lado a un dios.
Y a pesar de su fuerza y de su zancada,
parecen frágiles criaturas a punto de sufrir
un accidente grave o acaso la extinción total.
Son libres, sí, para corretear
o para desplazarse a su modo, pero su medio
ambiente se ha vuelto en muchos casos precario,
la madre naturaleza, ella misma,
resulta ahora tan cambiante y extraordinaria.
Al menos, hace unos años, aunque iban solos
por el bosque, se creía que la tierra
resultaba un lugar estable, que iba a durar
mucho tiempo más o menos igual.
Un ciervo solo, al vernos aparecer,
se adentra en la espesura a toda marcha,
saltando y corriendo con sus músculos ágiles,
y, ante nuestra vista, desaparece al momento
por un itinerario que, seguramente
de antemano ya tenía listo
para poder escapar de una persecución.
Gaspar Jover Polo