¡Oh!, viejo roble, guardián de los años,
con tus fuertes ramas, el cielo abrazas,
de tus raíces crecen duros leños
y en tu sombra cantan las alabanzas.
Testigo de llantos, risas y amores,
en tu corteza grabé mis anhelos,
reflejo de un amor en mil colores,
antaño suspiros de mis desvelos.
Faro en la tormenta, refugio en calma,
con tu sabiduría, al mundo enseñas;
cada anillo en tu tronco, un verso al alma,
un canto a la vida que eterno adueñas.
Que nunca apagues tu luz en la bruma,
oh viejo roble, musa de mi pluma.