De los grises chopos,
en el otoño,
lloran las hojas
su lánguido caer,
cubren la tierra de tonos,
que solo el pintor de los siglos
sueña en su lienzo de óleos.
De la hojarasca de los suelos
germinan nuevos hongos,
y vuelven los fatuos gnomos
su bosque a cuidar,
a desenterrar sus tesoros
y mudos arcanos
que salmodian en coros
en la noche de claros.