Nik Corvus Corone Cornix

Energía Disipada y Constante

Sufren demonios maltrechos,
viejos en añares ya vencidos,
fulgurante el placer de cielos
al saber que la minoría
es la que arrasa.

Lanzas cortantes distraen en brillos
del suave marchar de ejércitos fieles,
tiembla ese suelo paupérrimo
mientras el corazón estalla
y la garganta se hace nula.

Envuelto en alabanzas
llega el Dios mas fértil y vengativo,
sin nombre ya que su oscuro poder
es innombrable.

Despliega su suave voz
ese inútil soldadito,
de entre matorrales despierta
usurpando esa quietud marcial
con un cántico estremecedor.


La forma en que despliega
esa espada por sobre cascos
obedece al negro llamado
de un alma reclamando su lugar.

El Dios es conejo
al ser atravesado por esa furia,
el callado, amargo y entrante,
soldado de infantería
es ahora la bestia más asesina.

Convierte la atención y el despliegue
en un silencio morboso
mientras se para, alarmante,
y su silueta no parece obedecer
a su increíble grandeza.

Toma aires descabellados,
lanzando ese grito libre y feroz,
grandilocuente en su flamante envergadura,
atravesado por mil lanzas serenas
que no dejan correr ni una gota de su sangre
de guerrero.

Suave mártir, deja su legado,
al saberse inmortal y más alabado
que miles de profanos santos.

En un último constatar,
vuelve la mirada hacia su gente,
en la altura, ve su cara,
sabe que ella ya es libre,
y deja de latir, deslizando su pecho
algunos centímetros,
entre esas
lanzas...