Dulce condena

Ahora solo en la memoria queda nuestra historia.

¿Qué haré para remediar este sufrimiento que condena mi alma?

 

¿Qué gritaré al viento para que la vida se apiade de mí?

Es doloroso caminar sobre el fuego,

pero es más recordarte.

 

Lo es despertar cada mañana sin un fragmento de ilusión en la mirada,

sonreír sin que la alegría este en mis ojos.

 

Mirar en el cielo el crepúsculo hasta que mis ojos fatigados estén en la oscura noche de tu ausencia.

Dibujar tu rostro sin color alguno,

quisiera pensar que alguien me sacará de este tormento al que tanto odio,

pero es algo tan lejano como la luna.

 

Estar a tu lado y que me digas Te Amo,

es la paz que necesito para romper esta condena de tu amor silencioso.

 

Ahora solo en la memoria queda nuestra dulce historia.

Es increíble como un roble puede romperse con el ritmo de la vida y quedar solo desesperanza.

 

Tu boca no pronunciaba palabra alguna, pero en tus ojos podía ver el esplendor de un amanecer que nos hacían danzar en el aire.

Tú y yo en una mirada,

en una eternidad,

en un todo solo tú y yo.

 

Mis sueños contigo desaparecieron tal como una estación cambia a la otra sin dejar rastro alguno, como al mudar de piel y comenzar de nuevo, no los encuentro ni debajo de las rocas.

Tú orgullo nos cegó a ambos y me clausuró el corazón.

 

Mi pregunta a la vida no se responderla yo, pero tal vez el tiempo pistas me dé para saber que es lo que tengo que querer.