racsonando

¡A una mariposa!

¡A una mariposa!

 

Hoy leí... el último verso,
pero era el primero:
tu adiós escrito en blanco,
—plumón de luna—
sobre las ventanas del viento.

¡Ah, mariposa de auroras!,
¿quién te enseñó a mentir
con esas alas de tinta?
Dices que vuelas,
y te quedas en silencio,
—oruga de burdas sedas—
enredada en mis párpados,
jugando a ser rocío
en el jardín del tiempo.

Abril se deshoja,
y yo —indio de sombras—
barro estrellas caídas
bajo este cielo de plata.
Mientras mastico misterios,
mariposa juguetona,
abril me tiene en suspenso,
y con pena voy leyendo:
ya no hay flores en mis huertos.

¿Ves? Hasta el fango
lleva tu nombre.
¡Oruga recién nacida,
con alas de tormento!

Las macetas ya no florecen;
solo guardan
el polvo de mis lamentos...
Pero ¡ay!, cuando me escribes,
hasta la nostalgia
se viste de nácar.

Tu adiós escrito en blanco,
aleteo de misterio...

                                 Racsonando Ando