En esta tierra mía fue la niebla
Compañera permanente
En aquellos aciagos días
De profusa desesperación.
Y fue la insistente lluvia
La más perenne de todas,
Con su repiqueteo constante
Acompasa mis horas en duelo.
Acá no reina, la luz ni el alba.
Sólo rondan sombras de un gris casi negro. Y un silencio seco y cortante,
Centinela testigo de mi desconsuelo.
Están rotos los espejos
Quebrados los puentes,
Entre ruinas y escombros
Se esfuma mi casa en la niebla.
Con soliloquios fúnebres
Y letanías perpetúas
Desanda mi alma
En busca de salvación.
La niebla, la lluvia y las sombras
En esta tierra mía. Son la constante.
En mi corazón cenizas
En mi alma un penar.
En esta tierra mía,
Se hace eterno mi andar.
Entre niebla
Lluvia
Y sombras….
En estos aciagos días.
Martha Patricia-Arauca-Arauca