Vito_Angeli

La habitaciĆ³n del tiempo

Cuenta la leyenda donde las horas se congelaban

y el espacio era una dimensión negativa de existir,

cosas extrañas sucedían, difíciles de poder concebir.

  Hechos atravesados las arenas temporales mutaban.

 

Un minuto se transformaba en milenios de herencia.

Una hora se camuflaba en centésimas de segundos.

Una semana enloquecía en días de intrascendencia.

 Un mes repartía semestres de sueños por el mundo.

 

Nadie pensaba conocerla, nunca iba a ser pisada

porque el efecto de su roce físico era desconocido.

Podría suceder de entrar como hombre envejecido

 y salir como bebe reciente con la mirada renovada.

 

 Estaba reservada solo para algún caso excepcional 

que requiriera mano invisible escasa de encontrar.

Por  eso, solo cuando la emergencia resultaba real,

 la habitación era liberada de su clausura para usar.

 

 Y así fue el día llegaría en que alguien de ella necesitó:

un niño que apenas superaba la  altura de una  mesa;

padecía  una maldición  ancestral  de  origen  danesa.

Su mente sabía ese secreto que la humanidad olvidó.

 

¿Podía ser peligroso eso olvidado que se quería relegar?

¿Un niño de corta edad, amenaza para la humanidad?

No tenía explicación concreta pero no se podría evitar:

debía ir a la habitación del tiempo contra su voluntad.

 

Entró casi natural pero con espíritu brioso, enaltecido.

Atrapó porque nunca vieron alguien tan joven no llorar.

Cerrada la puerta, él adentro, el tiempo empezó a temblar.

La oscuridad se apagó cambiando por colores indefinidos.

 

Impacientes del efecto, la gente daba vueltas esperando.

¿Podría lograrse lo que sus líderes idearon al encerrarlo?

 Error no deseado, la habitación mal estaba funcionando.

 Convencidos que se logró, esperaron para recepcionarlo.

 

En pocos segundos la habitación había vuelto a su calma.

La puerta se abrió y del interior salió de encanecidos años

ese pequeño cuya condena fue ser emblanquecida su alma.

La habitación estaba en reversa, nunca imaginaron el daño.

 

Ahora, era una persona grande, un adulto de ojos vividos.

El secreto que sabía, permaneció, y triste fue confirmado.

Contó sobre el futuro lo que nunca se hubierna imaginado;

sin reproche y con daño, el mundo había sido destruido.

 

Vito Angeli