aimara

Marchitaron los rosales

Cayó la noche enojada sobre el cilicio de su nombre.

En la distancia los padres aturdidos por el dolor solo tendían ausencias

La misericordia de un dios credo su nombre no conocía.

Aun lado del camino la sangre corría, la vida se extinguía.

 

Marchitaron los rosales, los jazmines enloquecieron trémulos de dolor,

entonces, solo una sombra en la escarcha madrugada acunaba la canción de cuna.