racsonando

¡EN UN LUGAR DEL POEMA!

Tan solo en mis demencias

como el galgo tras el Rocinante

 que busca ráfagas  de crudas crines

cabeza y vientos.

Me siento voz tonante de dulces Dianas,

de escudos y cuajados astilleros,

 ensanchado ancho y yelmo de barquero,

molino y viento la visión del jornalero.

Así yo quiero y me siento anhelo del dulce néctar

y librarme del librero,

del sudario en prosa del novelero,

del otro, del de acá  y más allá...

y del poeta loco que lanza en ristre con trinos viste

mi idolatrado arte de alfarero.

Así por todo y lo prefiero, romper querellas,

desfacer entuertos, abrir las rejas en que malsana el ovejero.

¿Cómo hago, Dulce y Néctar,

para zurcir de finos bucles mis famas de yuntero?

Flor y boca, así  refiero,  al besar tu boca de exquisitas rosas,

sembradíos de arte donde moras jardinero.

¿Cómo hago, ¡oh diosas!, de hortelano y rábano

si tengo duelo de sementera y

los ojos tuertos y sin raíz del mensajero?

Así me junto, como azada del labriego, 

escardado en ático y desahuciar diablillos

de montaña y valle y fontaneros.

¿Cómo hago, ¡sublime Vate!, si al tejer con hilos de tus finas sedas,

mi alma embate con burdas telas los colores de mi sino y costurero?

Así persigo los finos aires en que ronda y ronda la trillada mueca

de bribones y filibusteros.

¿Cómo hago, sin ser herrero, para forjar  mi espada de doble filo,

entre las pendencias y los pendencieros?

¿Cómo hacerlo y entenderlo todo

si soy Quijote sin adarga en duelo,

sin sus pieles; sin rocín, ni galgo;

flaco pelón sin mosquitero?

Tan solo y en mis demencias, demando en versos la copa amable que bebes en mi abrevadero.