Clausil

UN DIA EN MI CIUDAD

Noche estelar, brillante. Descanso entre almohadones. Cómoda y relajada.
Es esperable un despertar similar. 
Abro los ojos, me despejo. El sonido feroz que proviene de mi mesa de luz, se impone para 
erguirme, sentarme y sentir un sol tibio, débil, que entrega su sonrisa cómplice a su 
compañera de jornada.
Desayuno liviano, y mis energías activadas se transmiten en mi cuerpo, poniéndolo en 
buen movimiento y sincronización.
Tengo buen humor, ganas, ansias de atrapar una sorpresa, un conocimiento nuevo, un 
encuentro, un abrazo, una beso.
Camino y observo. Caras desiguales y desoladas me rodean. El ruido entorpece mis ideas. 
Los autos se transforman en objetos, donde sus colores se confunden.
La justicia se coloca su mejor disfraz, la impotencia llega a su mayor estatura.
Las defensas se preparan para responder ante el mínimo estímulo. 
No puedo clasificarlos, pues se juntan, todos para uno y uno para todos.
Mi complicidad con el sol, se aleja. Calienta y mucho.
Mis ideas son firmes, escucho, mis respuestas las mejores, mi respiración controlada, 
sonrío, saludo, coordino, escucho, sonrío, saludo.
Los ruidos se confunden en música, pero la letra no puede decodificarse.
Minuto tras minuto, hora tras hora, se repiten imágenes.
Observo nuevamente. Los ojos son diferentes que las caras, transmiten y sienten.
Los labios sonríen, las manos se extienden. El roce y las miradas se intercambian, se 
aceptan, interpelan.
Entre llamados, hay voces, hay recuerdos, y sentimientos, que el tiempo se dedica a que 
bailen y se escondan.
Un aire fresco, junto al tenue sol, invitan a mis piernas a dar un paseo.
De pronto, oigo el ruido de mis llaves en la cartera, las tomo, la uno a mi cerradura.
El sol deja caer su párpado y me guiña un ojo.
Los zapatos saltan de mis pies. Mi vestido se arruga en el piso. 
Escucho el sonido de mis dedos en mi vaso de vidrio. Bebo agua fresca.
Tranquila, armonizada, una música suave me endulza. 
Tu voz se acerca, me envuelve, y me acaricia, despidiendo una porción de vida