Valentin Von Harnicsh

Aparentemente

La altura de la blanquecina y coqueta luna

Es bajita en estatura al lado de tus ensoñaciones

Tan bellas y entrañables como las delicadas porcelanillas

Que guardan para niños y mayores dulces invitaciones

 

El resplandor del invicto sol de un siempre eterno

Tiene finito alcance a las sombra de nuestro claroscuro

En notas de color imposible pincela al espectador curioso

Un trampantojo que con su mentira nos da seguro reposo

 

Caras y caretas nos ponen a dos que realmente somos uno

Somos peregrinos locales y ermitaños extranjeros

Somos verdaderas mentiras, ilusiones de aromados vientos

Caretas y caras carnavalescas que no conoce ninguno

 

Tenues contrapuntos sostienen el ápice de nuestro arco triunfal

Entre el sereno murmullo del silencio cómplice

Donde la nada narra la crónica de nuestras epopeyas

Y la guerra de dos mundos que se arrasaron sin condiciones

 

Y acudo seco y sediento a un pozo infinito, mi abrevadero

Que siempre rebosa de magistrales aguas, sea llano, monte o desierto

Que siempre el aljibe tiene aroma, cuerpo, sabor y fundamento

Y es mi alivio para estas penurias con el tacto de mis ansiosos dedos

 

Asi pues no puedo referirme a ti como angélico celestino 

Menos como las sombrías figuras de los moradores del infierno

Punto cero eres, purgatorio en propiedad con su justo medio

Donde confluyen los anhelos más puros y el pecado más intenso.