Mercedes Bou Ibáñez

María

 

María

Abrazado a los remos de mi barca
viene a mi pensamiento
el recuerdo agridulce de María
y una lágrima escapa,
al recordar el día,
que sus labios ardientes
entraron al abismo de mi boca.

Su lengua desde allí,
sin pensar ni un momento en el vacío,
se lanzó a la garganta
y de mi alma se fue, de golpe el frío.

En mis heladas noches solitarias
veo en la oscuridad,
flotando alrededor de mis recuerdos
los brazos de María
y siento arder el pecho,
al notar que se forma entre mis labios
un suspiro de cruel melancolía.

Los alisios me acercan
su oloroso perfume
mezclado entre la brisa
que acaricia mi frente.

Un rayo silencioso, de repente
atraviesa veloz el firmamento
sin llevar de los truenos compañía
por no herir al silencio
y evitar que María,
se me pueda escapar del pensamiento.

Pero mi barca yace
sobre ásperos guijarros,
ya no juega con ella la marea
tan solo el viento azota
su roto corazón hecho pedazos.
Ella también recuerda
los brazos de María.

Y yo recuerdo que debo,
darle una mano de brea.

Mercedes Bou Ibáñez