adinanu

1:20 de la madrugada

Todo sucede muy deprisa con la complicidad de la luna y del aire fresco de la noche.
De pronto estoy cayendo, y en cuestión de segundos ya me tiene entre sus brazos.          
Esos brazos escurridizos, como el agua fría de mi regadera, deslizándose por cada partecita de mi cuerpo.

¡Esos brazos!

Que me aprieta fuerte contra su pecho, mi pobre corazón para de ipso facto la orquesta que había formado al divisarlo entre la oscuridad.

En un instante todo se frenó, y lo único que importaba era el reflejo de la luz en sus ojos, esas pequeñas gotas de sudor que rodaban por su rostro, su respiración agitada y las ganas que derrochaba por sus poros de poseerme.

Respiro su aroma limpio y totalmente embriagador. Huele a ropa recién lavada con un toque a tenue tabaco, haciendo que el ambiente se envuelva en una aura seductora.

¡Es un aroma picarón!

Lo inhalo profundamente presagiando el final. Y despierto de mis monótonos recuerdos...