Lourdes Aguilar

SORDO CLAMOR

Tierno botón que vendaval azota

Sordos los oídos a su desagarrado clamor

Ciega la vista a su deplorable estado

Tus ajados pétalos recogerá la luz

 

En un catre tan duro y tan frío

Como ha de ser el ataúd de los muertos

Sobre mi se ciernen sombras perversas

La claridad del día se muestra dura y violenta

Solo me acompañan mis estériles llantos

Cada vez más roncos y débiles

Cada vez menos frecuentes

 

De noche las pesadillas se incuban

Y al amanecer pronto se materializan

Sin hallar de los gritos sosiego

Ni en mis heridas cura y descanso

Las lágrimas queman mis secas mejillas

Y mi estómago ruge constantemente vacío

En esos umbrales no entiendo por qué

Mi ser con descaro maldices e insultas

Como si fuera causa de repulsión y vergüenza

Por qué de mi sufrir te solazas

Y nadie, nadie de tales excesos se apiada

Ni me concedes un  día de paz o de tregua

 

Pepita de oro incrustada entre roca y carbón

Sordo los oídos a su desgarrador clamor

Ciega la vista a su deplorable estado

Tu valor no decrece a los ojos de Dios

 

El por qué de tu fratricida vaivén no comprendo

El por qué de tu vozarrón airado no entiendo

Ni  por qué tu risa burlona me roe por dentro

Cada vez que tu saña se descarga conmigo

 

Cuando otros niños hay jugando y riendo

En los parques sin temor de sus padres

De la mano cariñosos tomando a sus madres

Con sus pieles limpias y tersas

Exudando vigor y energía

Mientras mi cuerpo mugroso

Tantas veces golpeado y herido

Es un termitero de incesantes dolores

Y se escurre cabizbajo y medroso

Hasta el rincón más apartado

Rogando en vano el cesar de tu enojo

 

Humanidad hundida en pútrido fango

Sordos los oídos a su desagarrado clamor

Ciega la vista a su deplorable estado

En cada llegada la coyuntura está

Para su sino poder transmutar