jorge luis murillo

FARSANTES

(Dedicada a esos seres que desgraciadamente están multiplicados).

 

Humanidad que navegas

con un sino siempre atroz,

escuchando en todas partes

lo falsario y lo feroz.

 

Donde la trama se teje

cual telaraña pensada,

que se da desde el principio

igual que una puñalada.

 

En este teatro inaudito

convergen la falsedad,

que unida con la maldad

crean un dúo maldito.

 

Es común ver la careta

al que vive de impostor,

creando solo zozobra

y ocasionando dolor.

 

Pues con alma de chacal

hay que en la vida nacer,

para luego cometer

cualquier acto criminal.

 

No se amilana el que obra

de esa forma irregular,

y que cambia en su camino

el bien por hacer el mal.

 

De la infamia y la mentira

que es su origen verdadero,

van formando enredaderas

y ramas cual embustero.

 

Sus laberintos son ciertos

y es su mas fiel devoción,

reincidir en los entuertos

y esparcir su condición.

 

De melómanos atroces

que sin mínimo despojo,

van propagando a su antojo

las mas maléficas voces.

 

 Ya que están siempre al acecho

como un buitre vigilante,

y en un momento impensado

dar el zarpazo aberrante,

 

Propio de su mismo entorno

el que los ve desfilar,

con sus ropajes creados

para poder engañar.

 

Se envuelven y se camuflan

con mil formas mentirosas,

y promocionan su imagen

como si fuera otra cosa.

 

Aduladores insignes

amigos de lo inmoral,

de componendas infames

amantes de lo ilegal.

 

De orígenes tan diversos

con un germen de maldad,

siguen trayendo desgracias

en base a su falsedad.

 

Van sembrando la discordia

van regando su veneno,

son los magos del engaño

y de todo lo protervo.

 

De escondidas intenciones

en su afán de gabelar,

no paran en esquilmar

en los últimos rincones.

 

Ya que es solo la ventaja

lo que sin duda los guía,

y los hace proceder

con descarada porfía.

 

¿Donde no hallarlos?

la respuesta trae razón,

sin señales de ocultarlo

ya no es interrogación.

 

 Pues se encuentran repartidos

casi en toda la nación,

por origen demoníaco

o por una maldición.

 

Enquistados en gobiernos

son el clásico arlequín,

o en las universidades

a las que orillan al fín.

 

Los vemos en todas partes

en la iglesia, en la oficina,

en reuniones de fraternos

y a veces en las esquinas.

 

Pululan en los espacios

que les da la sociedad,

su fiel caldo de cultivo

para sembrar lo fatal.

 

Agoreros de desgracias

y de todo lo irreal,

consumados en el arte

de la infelicidad.

 

Políticos de avanzada

que inauguran su ajedrez,

y en cada nueva jugada

alguien ha de padecer.

 

Saltimbanquis, maromeros,

oradores delirantes,

escaladores con fuero

al fin y al cabo farsantes.

 

 

 AB JORGE LUIS MURILLO ESTRADA

18-11-09