FRANCISCO CARRILLO

que paso¡¡¡

Que todo esto que cuento

me pasó sin esperarlo,

que una noche, de soltero

sin comerlo ni beberlo

me sucedió, y he de contarlo.

 

En una barra de bar

rodeado de cervezas,

sin que nadie me advirtiera

me llegaron por detrás,

una rubia y otra morena.

 

Sin prestarles atención

y pasando de sus risas,

se acercaron hasta mi

rozándome la camisa,

y sin dejar de reír.

 

Cuando vieron que pasaba

y que no hacía caso,

contra mi se restregaron

poniéndose muy pesadas,

y cercándome a ambos lados.

 

Estas solo muchacho?

la morena preguntó,

y la rubia mientras tanto

contra mi se restregó,

sin pedirlo ni avisarlo.

 

Que queréis?, les pregunté

os habéis equivocado?,

las dos rieron un rato

y por mas que reaccioné,

se me echaron en lo alto¡

 

Hemos venido hasta ti

porque queremos un macho,

pues si una es un pecado

con las dos puedes morir,

o es que te estas asustando?

 

La verdad, no me esperaba

que quisieran ese juego,

pero yo, que soy hetero

me juré de darles caña,

y conmigo se vinieron.

 

Se montaron en mi coche

y las perdí por senderos,

y en el campo, entre abetos

rodeados por la noche,

dimos comienzo a ese juego.

 

Que la rubia, me arrancaba

los botones de la blusa,

a la vez que derramaba

su saliva por mis uñas,

pidiendo que la besara.

 

La morena, mientras tanto

y sin perder mucho tiempo,

desnudó todo su cuerpo

mostrándome sus encantos,

y las dos se abalanzaron

como leonas en celo.

 

La verdad, que no sabían

con quien estaban jugando,

y les di su merecido

en muchas de esas me he visto,

y no con dos, si no cuatro¡

 

Cuando pudieron saber

de que pasta estaba hecho,

nada pudieron hacer

solo aguantar tales hechos,

en fin, que puedo contar¡

 

Que los ojos de la rubia

invadidos de placer,

se pintaron blanco espuma

y sus labios y su piel,

supuraron de dulzura.

 

Que el cuerpo de la morena

en gritos se desacía

y las dos juntas comían

lo que ofrecia y entera

entere las dos repartían.

 

Que el coche, sin esperarlo

aguantó muchos meneos,

los cristales se empañaron

del sudor y del deseo,

pero en el, los tres gozamos.

 

Que todo esto que cuento

sucedió sin esperarlo,

pero siempre lo recuerdo

dos alumnas,y un maestro

la lección, no la olvidaron.