Carlos Hector Alvarez

Volveré

Volveré,

Dije un ayer, al despedirme

con ese adiós doloroso,

que conllevan las partidas,

Ella se quedó parada en la puerta

con los ojos nublados de lágrimas

y yo partí convencido de mi vuelta

Con el paso del tiempo inexorable,

mis ansias de retorno, se fueron

diluyendo, al encontrar nuevos amigos

y para que mentir, nuevas ilusiones

con nombre de mujer.

Las cartas se fueron espaciando

y creo que al mismo ritmo

el amor que profesamos se fue enfriando.

No es extraño entonces

que ella no saliera a ver si el cartero

llegaba con mis buenas noticias

y ocupara sus horas en alimentar

un nuevo y cercano amor.

Mientras, yo con mi promesa de volver

me angustiaba al pensar el sufrimiento

que había causado al no cumplir

el compromiso amoroso prometido.

Dicen que la distancia es como el viento

apaga el fuego chico, pero enciende

llamaradas cuando abraza el fuego grande

esa frase trasladada al sentimiento

es fácil de entender. Si el afecto no alcanzó

las dimensiones de un gran amor

no es extraño que la distancia

lo lleve al ostracismo del olvido

eso nos ocurrió a ambos, nuestro amor

era al parecer más bien una ilusión

de las tantas que uno alberga en esta vida.

Y mi volveré, pasó a engrosar

la lista de mis promesas fallidas.