Ely.M.

¿A dónde iré?

 

¿A donde iré?
¡No quiero ir!
No tengo lista la despedida.
No he hecho maletas.
Ni siquiera lo planeé.
¿A donde iré?
¡No quiero ir!
Nunca había tenido tanto miedo,
tantas dudas,
tantas excusas para no ir.
No estoy preparada,
tengo mucho por hacer,
muchas preguntas sin responder
¿A donde iré?
¡No quiero ir!
Quiero otra oportunidad.
Sé que lo haré mejor.
Sé que puedo,
aunque a veces no se vean mis ganas,
aunque a veces me sienta cansada,
aunque pase algunas noches llorando,
aunque sienta desfallecer.
Necesito tiempo
no sé cuanto.
¿A donde iré?
Aún no lo sé,
creo que nadie lo sabe.
Pero lo que realmente sé es que,
¡No quiero ir!
Quiero seguir observando los días 
ya sean grises o no,
los magníficos amaneceres
o atardeceres.
Escuchar el sonido de la lluvia,
el cantar de los pájaros 
Oler la tierra húmeda, la hierba,
las flores.
Quiero sentir el sol tibio de cada mañana.
El frío del invierno.
Aunque quedarse incluye no solo estos placeres
si no también golpes, caídas, desilusiones,
todo tipo de dolor y hasta heridas,
que en ocasiones dejan cicatrices.
Huellas del tiempo bueno y malo
que nos tocó vivir.
Allá a donde iré,
no quiero ir.
Aún sin saber que quizás cosas mejores sucedan,
aún sin saber que quizás estén todas las respuestas.
Tengo miedo,
tengo miedo a la paz,
aún odiando la guerra.
Tengo miedo al silencio
que me hace sentirme sola y abandonada.
Tengo miedo al vacio
a la nada,
a eso que no veo,
a eso le tengo miedo.