Raiza N. Jiménez E.

Mi Hermana.-

 

Recordaba de mi niñez, aquellos bellos días.

Era muy curiosa y muy osada en todo juego.

Mi madre, a la niñera, advertencias le hacía.

Me lo contaron y yo, no lo afirmo ni lo niego.

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Yo no recuerdo si son tan ciertas, esas porfías.

Dicen que, a la casa de muñecas, le eché fuego.

Pudo ser mi hermana quien, todo de mí, decía.

Para no ver sus maldades, había que ser ciego.

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Cuando evoco a mi hermana, mucho yo lloro.

Juntas crecimos y muy apegada, una a la otra.

Sé que, el no poder estar cuando murió duele.

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Fue que al crecer juntas, todo era de nosotras.

Siempre, rezo por Ella y, por su paz, yo imploro.

Y ruego que, desde el cielo, por la paz Ella vele.