Nitsuga Amano

Tu piel, mi santuario, mi refugio

Bajo el velo nocturno, entre sábanas humedecidas, se despliega la escena, donde tu cuerpo resplandece como un altar encendido.

 

 

Sus besos, suaves y delicados, acarician mi piel con lentitud,
sus ojos, de azul profundo, reflejan la serenidad del mar.

 

 

Al compás pausado de nuestros latidos,
el tiempo se detiene, suspendido en el éxtasis de nuestro encuentro.

 


Desciendo por tu piel como un peregrino enamorado,
olvidando los rezos ante la divinidad de tu presencia.

 

 

En este juego de pasión y deseo, la noche nos contempla,
testigo silente de nuestra comunión.

 

 

Tu piel, mi santuario, mi refugio sagrado,
donde deposito mis temores y renazco en tu resplandor.

 

 

Mis manos, lápices que trazan senderos en tu dermis,
escribiendo en cada recoveco un poema, un verso, un sentimiento 
plasmado entre violetas y rosas.