Extraño tus ojos, aquellos que al abrirme al alba,
me regalaban su luz junto a tu inolvidable sonrisa,
que guardo con cariño en el rincón más tierno de mi corazón.
Añoro esa mirada dulce, que me daba fuerzas para empezar el día,
tus manos acariciando mis mejillas, transmitiéndome paz y certeza
de que todo estaría bien, aunque ya no estuvieras a mi lado.
Echo de menos tus labios, que al caer la noche, susurraban mi nombre,
y tus brazos, que en el baile me envolvían en un abrazo lleno de calor.
Quiero recuperar la sombra que dejabas al partir,
y tu reflejo en el espejo, con quien solía conversar cuando la soledad me invadía.
Me falta tu risa, esa melodía que tanto alegraba mi vida,
y que hoy parece haberse perdido en el eco de mi silencio.
Me hace falta tu compañía, especialmente en estos días despejados y distantes,
cuando el cielo se viste de diferentes colores, recordándome la belleza efímera de la vida.
Mi alma susurra tu nombre, pero evita confrontar el dolor de tu ausencia,
prefiriendo aferrarse a los recuerdos compartidos, como un refugio en medio de la tormenta.