Quizás en un instante de la vida,
entre pasillos grises y fugaces,
nos cruzamos, desconocidos,
y en tus ojos hallé un atisbo de eternidad.
Tu semblante, en su aparente fortaleza,
guardaba un mar de emociones ocultas,
como un reflejo de mi propio ser
que anhelaba ser comprendido.
Recuerdo aquella vez que la tristeza te embargó,
y en tu llanto descubrí la fragilidad
que se esconde tras la máscara de la fortaleza,
un destello de humanidad en la vastedad del universo.
Fue un encuentro breve, efímero,
pero en ese fugaz cruce de miradas
hallé un destello de conexión,
un destello de lo que pudo ser y no fue.
Quizás algún día, en un giro del destino,
volveremos a encontrarnos,
y quizás entonces, en ese instante mágico,
me dirás tu nombre, y seremos más que desconocidos.