Darío Méndez

Paloma que se fue.

 

 

Te tomé en mis manos, Paloma perdida.

Bebiste de mis palabras y de mi melancolía.

Te arrullaste en mi fogata de amor, protegida.

Y calmaste tu llanto, en los besos que te di.

 

Curé tus heridas, Paloma de mi alma.

Reparé las grietas de tu mirada afligida.

Te di consuelo en las promesas que te hacía.

Y me entregué entero en cada madrugada.

 

Y al sanar tus alas rotas, Paloma introvertida.

Renacieron tus sueños con la primavera,

Tu espíritu recobró su fuerza y valentía,

Y volaste libre al destino que soñabas.

 

Dejaste un hueco enorme Paloma mía.

En mi corazón ingenuo que tanto te amaba.

Y de mis manos fuertes, ahora vacías.

Olvidaste que sanaron las heridas  de tu alma.