Si. Lo sé bien. Años que no estamos juntos. Años ya que no me amas y que yo no te amo. Años ya de ausencia de tus besos, años de tu ausencia entre mis sábanas. He convivido conmigo mismo, he aprendido a estar solo, a sentirme feliz de lo que soy. Pero volviste, volví... Volvimos mejor dicho. Y me resulta increíble la ambivalencia que genera, es fantástico estar contigo, magnífico, una conexión sin igual que pareciera sacada del más hermoso de los libros de Wattpad. Pero también es horrible, convivir con alguien como tú es agobiante, volvieron miedos y dolores antiguos, y aún cuando somos amigos, aún cuando tú y yo no nos amamos ni queremos románticamente, existen, y duelen, en la misma magnitud. No sé qué hacer, si irme para siempre de ti y no volver, o tener que soportar el hecho de que me dañas con cada una de tus decisiones. Me da rabia, me enfurezco porque no debería ser así. Eres libre y yo también, pero tu maldita sinceridad innata que te hace no pensar, a veces termina por apuñalarme de a poco. No eres quien creía, y no hay cosa que destroce más la vida que descubrir la verdadera faceta, la verdadera cara, la verdadera persona detrás de un imagen idealizada.