Luis Roberto Otero

Suponga que le amo

Quizás, la noche pudiese abrasarle

mientras por cada luna,

una o quizás dos

cartas del buzón sobresaliesen.

 

Imagine, que por un momento

el opio naciera en sus labios,

susurrando caricias en el viento

mientras silencia jaurías, al tiempo

en que nuestra frecuencia agita la radio.

 

Tal vez, mi palma desplazara

a su mano la falta de azaleas,

tatuando, debajo de pestañas

tan absurda cantidad de letras.