En el jardín de mi corazón resplandece,
una princesa que se alza majestuosa,
con su risa cálida y cariñosa,
mi alma, en su presencia, enardece.
Sus ojos, dos joyas que el sol ensalza,
destelan ternura y dulzura encantadora,
y aunque mi verso sea pobre o falte altura,
el amor que siento por ti siempre avanza.
Tu voz, melodía que en mi alma resuena,
acaricia mis sentidos con su dulce encanto,
y en mi pecho florece un amor sin tregua.
Eres la aurora que mis noches ilumina,
la ansiada princesa que mi ser conquista,
con tu gracia, mi vida se afirma y origina.
Oh, hermosa princesa, dueña de mi existir,
mi corazón te guarda en su morada,
y aunque las palabras no alcancen a retratar,
tu belleza y encanto nunca se irán a olvidar.
Eres la musa que inspira cada verso,
la luz que guía mi camino incierto,
y en cada palabra que de mi pluma brota,
te declaro mi amor, princesa, en este soneto.
Tu elegancia trasciende al más puro arte,
y en tu sonrisa encuentro el más dulce alivio,
como un verso que en el viento se despliega.
Mi princesa hermosa, mi eterno tesoro,
en cada latido mi amor por ti se graba,
pues en ti encontré mi razón, mi todo.
Así, en cada palabra, mi amor florece,
por ti, mi princesa hermosa, mi amada,
seré tu caballero, tu eterno protector,
en un amor que el tiempo no desvanece.