Nan

La primera noche del primer día.

En un silencio profundo y eterno
el errante trino de un ave nocturna,
en su efímero vuelo,
hendió el silencio de la noche,
raro ejemplar era y como saeta 
que sin luz despunta la profundidad,
ni torda, ni sarda, tal vez ostra
clavo otro alarido en ecos 
en el corazón mismo de la noche

 

… ¿Cómo pudo verme
debajo de mi manta 
y mi techo de torta aguada,
con hierba endurecida de sol, cómo?...
el ave dio otro trino grave, sobrenatural,
sobre mis sienes, roídas de espanto,
…muero de sed, que a raudales hierve el agua
crudeza que muerde el alma. 

 

Luego el silencio abrumador …
como un manto negro y denso,
observándolo todo…todo muy quieto,
alertó mis sentidos de seda,
y en mi garganta el corazón 
golpeó con desbocada fuerza,
como un tambor vacío
lejano, cercano y recio.

 

Entre penumbras,
Abriendo mis ojos de mundo,
vi con asombro y miedo,
de una vela la sombra en el techo,
la vi barriendo el espacio etéreo
al son del viento loco en su encierro.

 

Creí estar en el cielo de momento,
pero mi respiración en tropel
y mis ojos de humo negro,
me hicieron comprender 
que no era cierto.

 

Aquel silencio, otra vez solo,
copioso e inmenso,
con una paz que arrebata
espantó de mis ojos el sueño.