Asklepios

Al quebrarse el fino cristal

Al quebrarse el fino cristal

espumoso de las olas, se nubló

todo instante sobre el mar

de forma no acostumbrada:

Las estrellas formaron tibias alfombras

con las que enlazar el firmamento, desvelándose

así, en las noches.

Surgieron nuevas caricias, que los vientos aún

desconocían: Hacia el sur, las que el sol

procuró mientras se devoraba; hacia el norte,

las creadas por la Luna al seguir inclinándose

sobre su costumbre. El resto de objetos celestes,

obedeció a sus propias voluntades, temerosos del

Universo y su cólera.

Afortunadamente, el mecanismo de cada órbita

y de toda distancia, no dejaron de ser atendidos

y cumplir con su misión:

Mantener el equilibrio que a todo y a todos sostiene.